Nueva forma de terapia genética basada en el magnetismo
http://www.tendencias21.net/Nueva-forma-de-terapia-genetica-basada-en-el-magnetismo_a1073.html
Científicos suizos han descubierto una nueva forma de terapia genética basada en el magnetismo. Han acoplado nanopartículas de óxido de hierro en genes sanos destinados a reemplazar a genes enfermos y los han colocado en el lugar preciso del organismo guiándolos desde el exterior mediante imanes. Se cree que a través del sistema linfático y de los riñones estas nanopartículas extrañas pueden abandonar el organismo una vez cumplida su misión. La técnica se ha experimentado en ovejas y ha funcionado, pero todavía no es completamente segura para ser aplicada en seres humanos, aunque parece prometedora. Por Vanessa Marsh.
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Riesgos de la terapia genética tradicional
Uno de los problemas de la terapia genética ha sido la falta de medios seguros para transportar los genes terapéuticos al interior de las células. El objetivo principal de la terapia genética es sustituir aquellos segmentos de ADN mutados o deficientes –y que puedan originar enfermedades- por otros similares pero no mutados que corregirían de forma definitiva la mutación genética, posibilitando de esta forma la salud.
Para insertar el gen que lleva a cabo la corrección, se emplean ciertos virus a los que se denominan “vectores transportadores”, y que son introducidos en las células. El ADN de estos virus se inserta de manera natural en el ADN de la célula, corrigiendo los defectos genéticos.
Sin embargo, estos microorganismos transgénicos o vectores virales no son del todo seguros ni efectivos, y pueden mutar influyendo negativamente en el ADN celular original.
Lo que intenta hacer Hofmann es, por tanto, convertir las nanopartículas de óxido de hierro en vectores seguros, que no infecten el ADN celular y que, además, puedan ser controlados de manera más precisa gracias a la utilización de imanes que dominen sus movimientos.
Pruebas recientes y otras posibilidades
En un experimento reciente, Hofmann inyectó nanopartículas de hierro acopladas a un gen modificado que sintetizaba una proteína verde fluorescente en el interior de la articulación de una oveja.
Para colocarlo en el lugar deseado, utilizó un imán para mover el gen implantado por el interior del organismo. Las células de la oveja produjeron después proteínas verdes fluorescentes que resplandecían bajo la luz, lo que permitió observar el funcionamiento y comprobar el éxito de la prueba.
Pero estas nanopartículas de óxido de hierro podrían tener otras aplicaciones: los imanes pueden manipularlas de manera que activen el crecimiento de células madre óseas. Experimentos llevados a cabo in vitro han demostrado que las nanopartículas de óxido de hierro, inyectadas en células madre, pueden hacerse vibrar con los imanes, movimiento que fomenta el crecimiento celular.
Se sabe que, en casos de fractura, el movimiento mecánico del hueso estimula su crecimiento, por lo que se acelera su curación. El mismo sistema podría utilizarse, a nivel celular, gracias a los imanes y a células que porten nanopartículas de óxido de hierro, ha explicado Hofmann para la revista australiana ABC.
Científicos suizos han descubierto una nueva forma de terapia genética basada en el magnetismo. Han acoplado nanopartículas de óxido de hierro en genes sanos destinados a reemplazar a genes enfermos y los han colocado en el lugar preciso del organismo guiándolos desde el exterior mediante imanes. Se cree que a través del sistema linfático y de los riñones estas nanopartículas extrañas pueden abandonar el organismo una vez cumplida su misión. La técnica se ha experimentado en ovejas y ha funcionado, pero todavía no es completamente segura para ser aplicada en seres humanos, aunque parece prometedora. Por Vanessa Marsh.
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Riesgos de la terapia genética tradicional
Uno de los problemas de la terapia genética ha sido la falta de medios seguros para transportar los genes terapéuticos al interior de las células. El objetivo principal de la terapia genética es sustituir aquellos segmentos de ADN mutados o deficientes –y que puedan originar enfermedades- por otros similares pero no mutados que corregirían de forma definitiva la mutación genética, posibilitando de esta forma la salud.
Para insertar el gen que lleva a cabo la corrección, se emplean ciertos virus a los que se denominan “vectores transportadores”, y que son introducidos en las células. El ADN de estos virus se inserta de manera natural en el ADN de la célula, corrigiendo los defectos genéticos.
Sin embargo, estos microorganismos transgénicos o vectores virales no son del todo seguros ni efectivos, y pueden mutar influyendo negativamente en el ADN celular original.
Lo que intenta hacer Hofmann es, por tanto, convertir las nanopartículas de óxido de hierro en vectores seguros, que no infecten el ADN celular y que, además, puedan ser controlados de manera más precisa gracias a la utilización de imanes que dominen sus movimientos.
Pruebas recientes y otras posibilidades
En un experimento reciente, Hofmann inyectó nanopartículas de hierro acopladas a un gen modificado que sintetizaba una proteína verde fluorescente en el interior de la articulación de una oveja.
Para colocarlo en el lugar deseado, utilizó un imán para mover el gen implantado por el interior del organismo. Las células de la oveja produjeron después proteínas verdes fluorescentes que resplandecían bajo la luz, lo que permitió observar el funcionamiento y comprobar el éxito de la prueba.
Pero estas nanopartículas de óxido de hierro podrían tener otras aplicaciones: los imanes pueden manipularlas de manera que activen el crecimiento de células madre óseas. Experimentos llevados a cabo in vitro han demostrado que las nanopartículas de óxido de hierro, inyectadas en células madre, pueden hacerse vibrar con los imanes, movimiento que fomenta el crecimiento celular.
Se sabe que, en casos de fractura, el movimiento mecánico del hueso estimula su crecimiento, por lo que se acelera su curación. El mismo sistema podría utilizarse, a nivel celular, gracias a los imanes y a células que porten nanopartículas de óxido de hierro, ha explicado Hofmann para la revista australiana ABC.
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