Las historias de un conserje griego (I, II, y III)
http://curiosoperoinutil.com/2006/10/02/las-historias-de-un-conserje-griego-i/
http://curiosoperoinutil.com/2006/10/04/las-historias-de-un-conserje-griego-ii/
http://curiosoperoinutil.com/2006/10/19/las-historias-de-un-conserje-griego-y-iii/
Las historias de un conserje griego (I)
Estimados lectores, se preguntarán qué hago despierto a estas horas de la madrugada. No estoy trasnochando sino madrugando. Mi avión para Lituania sale dentro de tres horas (de nuevo, mi beca Willy Fogg). Espero poder contarles cosas desde allí.
En Grecia estuvimos alojados, entre otros, en el hotel Aristóteles (levemente típico, lo sé). En él conocí a un hombre singular. Era el conserje y se llamaba Hristos. Cincuentón, tripudo, calvo, con unas gafas de 8 dioptrías que le hacían unos ojos inmensos, que no cabían casi en el los cristales, con un definitivo encanto particular y con una conversación interesantísima. Se jubila en 2008 y se ha comprado una casita en el golfo de Corinto, a donde espera retirarse con su mujer. Ojalá que todo le vaya bien. Me tomé una cerveza Alpha a su salud y cuando aparezca algún π en mi vida, estoy seguro de que me acordaré de él.
Mientras mi mujer se dedicaba a contar por correo electrónico a la familia que seguíamos vivos y a detallar nuestros planes del día, yo me acodaba en el mostrador de recepción y charlaba con Hristos sobre cualquier tema que él tuviera a bien sacar a colación.
Hristos, sin saberlo, era un CPIero nato. Atesoraba muchas historias divertidas y curiosas de saber (aparte de completamente inútiles, por supuesto). Fue una lástima que sólo estuviéramos dos noches en Atenas. Es curioso echar de menos las conversaciones con un casi desconocido.
El caso es que hubo un par de historias que debo reproducir. Esta primera la he intentado verificar, sin éxito. Ruego a mis lectores que me ayuden. Según salíamos de desayunar, Hristos me espetó a quemarropa oye, tú que eres matemático (los físicos y los maetmáticos se le debían de parecer), ¿a que no sabes por qué el número π se llama precisamente π? Reconocí mi flagrante estado de fuera de juego y me dispuse a aprender algo. Ésta es su historia:
Como bien sabrán, estimados lectores, π es un número irracional cuyo valor es π=3,141592… Se obtiene al dividir la longitud de una circunferencia entre su diámetro. Pues bien, la palabra griega para cociente, que es precisamente el resultado de una división, es πηλίκο (piliko). ¿Y por qué letra empieza piliko? Por π. He ahí el origen de π. Los antiguos egipcios y babilonios ya usaban aproximaciones de π, como 22/7=3,1428… o 355/113=3,141592… Pero fueron los griegos los que le pusieron nombre.
...
Las historias de un conserje griego (II)
Saludos lituanos, estimados lectores. Les recomiendo una visita a Vilna, que es una ciudad preciosa. Por cierto, si hay algún CPIero destacado aquí, que me escriba si quiere compartir unas cervecillas o similares. Se me olvidó decirlo, aunque ustedes ya lo sabían, ¿no?
La segunda historia de las que me contó Hristos, mi querido conserje griego, tienen que imaginársela. Quicir, tienen que imaginarse el tono de voz de una persona que lo vive al contarlo. Cito sus palabras casi literalmente.
Una noche, al entrar en el hotel, Hristos, que el primer día me sonsacó mi profesión, me soltó a quemarropa que seguro que había visto la serie “Cosmos”, de Carl Sagan. Por supuesto, le dije yo. ¿Y por qué Cosmos?, contraatacó. ¿Por qué los antiguos griegos le pusieron el nombre de Cosmos al Universo? Fuera de juego, respondí yo. Cuénteme.
Cuando los griegos se pusieron a pensar en todo lo que les rodeaba, se fijaron en la increíble regularidad de las estrellas, en cómo titilaban en las noches, en la belleza de los amaneceres y atardeceres, en la sobrecogedora fuerza de las tormentas y las tempestades. Se fijaron en el cielo y en los campos, en los animalillos que corrían por los bosques, en las flores que se abrían al llegar la primavera y en las cascadas y los potrillos. ¿Qué nombre le ponemos a todos esto? ¿Cómo capturar en una sola palabra la belleza del mundo que tenemos antre nuestros ojos? Lo llamaron Cosmos, que en griego antiguo significa “joya”. Los griegos concibieron el mundo como una inmensa joya. El verbo de cosmos, cosmé, significa “decorar”. Y de ahí proviene “cosmética”, que es el arte de decorar el rostro humano. ¿Te habías parado a pensar que gracias al lenguaje de nuestros antiguos griegos un pintalabios está relacionado con el Universo como un todo?
...
Las historias de un conserje griego (III)
Cierro la serie de nuestro conserje griego, quien convirtió una estancia anodina en un hotel anodino en una maravilla diaria para ver qué conejo se sacaba de la chistera cada vez que nos veíamos (I, II). Hristos, a quien mis lectores seguro que han tomado cariño, como me ocurrió a mí, tuvo un detalle conmigo que no olvidaré.
En una de esas idas y venidas por el vestíbulo del hotel, camino de alguna parte, escuché cómo Hristos le contaba a una turista aburrida que, en realidad, ella sabía muchas palabras griegas, aunque no supiera que lo supiera. Esta tendencia de los griegos a hacerte notar que en tu idioma hay imbricadas miles de palabras griegas debe de ser universal. La turista, anglospeaking aunque no sé de qué variante, no parecía estar muy interesada en el tema. Pero Hristos era infatigable. Decidí darle un relevo a la señora para que Hristos tuviera una audiencia más dispuesta.
Hristos, encantado con el cambio de audiencia, me contó que en 1994 el presidente del banco de Grecia dio una conferencia en inglés en un congreso de numismática. Y que la dio, ingenioso él, utilizando únicamente palabras griegas. Así, –decía Hristos– todos los presentes entendían qué estaba diciendo, pero mi abuela, que no habla inglés, también se enteraba de todo. — Exagera usted, amigo Hristos –respondí yo, queriendo que se ganara a la audiencia con más esfuerzo– Estoy seguro de que exagera.
– Bueno. Puede que exagere un poco. Pero un poco nada más. Tengo un recorte con el discurso en inglés en casa. ¿Cuándo te vas del hotel?
– En dos horas, me temo.
– Eso no es problema. Dejo aquí al chico encargado y me voy corriendo a casa a traértelo.
¡Y se piró! Salió corriendo por la puerta, se metió en el coche y desapareció en el infernal tráfico ateniense. Veinte minutos después aparecía con una sonrisa triunfal y una carpetilla bajo el brazo.
–Aquí está. Hristos nunca miente. Sólo deforma la verdad, que es maravillosamente elástica.
Me fotocopió el recorte en el fax del hotel. Ahí estaba, en efecto, el discurso. Cortito, además. No es una maravilla de la oratoria, por las propias limitaciones que se impuso el orador, pero había, en efecto, multitud de palabras griegas (en cursiva) en el texto. Disfrútenlo, aunque esté en inglés. El título, y que alguien me ayude, parece ser “La lengua griega” (Helleniké Glóssa) (clic para ampliar).
http://curiosoperoinutil.com/wp-content/uploads/2006/10/Discurso-simultaneo-griego-ingles.jpg
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Las historias de un conserje griego (I)
Estimados lectores, se preguntarán qué hago despierto a estas horas de la madrugada. No estoy trasnochando sino madrugando. Mi avión para Lituania sale dentro de tres horas (de nuevo, mi beca Willy Fogg). Espero poder contarles cosas desde allí.
En Grecia estuvimos alojados, entre otros, en el hotel Aristóteles (levemente típico, lo sé). En él conocí a un hombre singular. Era el conserje y se llamaba Hristos. Cincuentón, tripudo, calvo, con unas gafas de 8 dioptrías que le hacían unos ojos inmensos, que no cabían casi en el los cristales, con un definitivo encanto particular y con una conversación interesantísima. Se jubila en 2008 y se ha comprado una casita en el golfo de Corinto, a donde espera retirarse con su mujer. Ojalá que todo le vaya bien. Me tomé una cerveza Alpha a su salud y cuando aparezca algún π en mi vida, estoy seguro de que me acordaré de él.
Mientras mi mujer se dedicaba a contar por correo electrónico a la familia que seguíamos vivos y a detallar nuestros planes del día, yo me acodaba en el mostrador de recepción y charlaba con Hristos sobre cualquier tema que él tuviera a bien sacar a colación.
Hristos, sin saberlo, era un CPIero nato. Atesoraba muchas historias divertidas y curiosas de saber (aparte de completamente inútiles, por supuesto). Fue una lástima que sólo estuviéramos dos noches en Atenas. Es curioso echar de menos las conversaciones con un casi desconocido.
El caso es que hubo un par de historias que debo reproducir. Esta primera la he intentado verificar, sin éxito. Ruego a mis lectores que me ayuden. Según salíamos de desayunar, Hristos me espetó a quemarropa oye, tú que eres matemático (los físicos y los maetmáticos se le debían de parecer), ¿a que no sabes por qué el número π se llama precisamente π? Reconocí mi flagrante estado de fuera de juego y me dispuse a aprender algo. Ésta es su historia:
Como bien sabrán, estimados lectores, π es un número irracional cuyo valor es π=3,141592… Se obtiene al dividir la longitud de una circunferencia entre su diámetro. Pues bien, la palabra griega para cociente, que es precisamente el resultado de una división, es πηλίκο (piliko). ¿Y por qué letra empieza piliko? Por π. He ahí el origen de π. Los antiguos egipcios y babilonios ya usaban aproximaciones de π, como 22/7=3,1428… o 355/113=3,141592… Pero fueron los griegos los que le pusieron nombre.
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Las historias de un conserje griego (II)
Saludos lituanos, estimados lectores. Les recomiendo una visita a Vilna, que es una ciudad preciosa. Por cierto, si hay algún CPIero destacado aquí, que me escriba si quiere compartir unas cervecillas o similares. Se me olvidó decirlo, aunque ustedes ya lo sabían, ¿no?
La segunda historia de las que me contó Hristos, mi querido conserje griego, tienen que imaginársela. Quicir, tienen que imaginarse el tono de voz de una persona que lo vive al contarlo. Cito sus palabras casi literalmente.
Una noche, al entrar en el hotel, Hristos, que el primer día me sonsacó mi profesión, me soltó a quemarropa que seguro que había visto la serie “Cosmos”, de Carl Sagan. Por supuesto, le dije yo. ¿Y por qué Cosmos?, contraatacó. ¿Por qué los antiguos griegos le pusieron el nombre de Cosmos al Universo? Fuera de juego, respondí yo. Cuénteme.
Cuando los griegos se pusieron a pensar en todo lo que les rodeaba, se fijaron en la increíble regularidad de las estrellas, en cómo titilaban en las noches, en la belleza de los amaneceres y atardeceres, en la sobrecogedora fuerza de las tormentas y las tempestades. Se fijaron en el cielo y en los campos, en los animalillos que corrían por los bosques, en las flores que se abrían al llegar la primavera y en las cascadas y los potrillos. ¿Qué nombre le ponemos a todos esto? ¿Cómo capturar en una sola palabra la belleza del mundo que tenemos antre nuestros ojos? Lo llamaron Cosmos, que en griego antiguo significa “joya”. Los griegos concibieron el mundo como una inmensa joya. El verbo de cosmos, cosmé, significa “decorar”. Y de ahí proviene “cosmética”, que es el arte de decorar el rostro humano. ¿Te habías parado a pensar que gracias al lenguaje de nuestros antiguos griegos un pintalabios está relacionado con el Universo como un todo?
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Las historias de un conserje griego (III)
Cierro la serie de nuestro conserje griego, quien convirtió una estancia anodina en un hotel anodino en una maravilla diaria para ver qué conejo se sacaba de la chistera cada vez que nos veíamos (I, II). Hristos, a quien mis lectores seguro que han tomado cariño, como me ocurrió a mí, tuvo un detalle conmigo que no olvidaré.
En una de esas idas y venidas por el vestíbulo del hotel, camino de alguna parte, escuché cómo Hristos le contaba a una turista aburrida que, en realidad, ella sabía muchas palabras griegas, aunque no supiera que lo supiera. Esta tendencia de los griegos a hacerte notar que en tu idioma hay imbricadas miles de palabras griegas debe de ser universal. La turista, anglospeaking aunque no sé de qué variante, no parecía estar muy interesada en el tema. Pero Hristos era infatigable. Decidí darle un relevo a la señora para que Hristos tuviera una audiencia más dispuesta.
Hristos, encantado con el cambio de audiencia, me contó que en 1994 el presidente del banco de Grecia dio una conferencia en inglés en un congreso de numismática. Y que la dio, ingenioso él, utilizando únicamente palabras griegas. Así, –decía Hristos– todos los presentes entendían qué estaba diciendo, pero mi abuela, que no habla inglés, también se enteraba de todo. — Exagera usted, amigo Hristos –respondí yo, queriendo que se ganara a la audiencia con más esfuerzo– Estoy seguro de que exagera.
– Bueno. Puede que exagere un poco. Pero un poco nada más. Tengo un recorte con el discurso en inglés en casa. ¿Cuándo te vas del hotel?
– En dos horas, me temo.
– Eso no es problema. Dejo aquí al chico encargado y me voy corriendo a casa a traértelo.
¡Y se piró! Salió corriendo por la puerta, se metió en el coche y desapareció en el infernal tráfico ateniense. Veinte minutos después aparecía con una sonrisa triunfal y una carpetilla bajo el brazo.
–Aquí está. Hristos nunca miente. Sólo deforma la verdad, que es maravillosamente elástica.
Me fotocopió el recorte en el fax del hotel. Ahí estaba, en efecto, el discurso. Cortito, además. No es una maravilla de la oratoria, por las propias limitaciones que se impuso el orador, pero había, en efecto, multitud de palabras griegas (en cursiva) en el texto. Disfrútenlo, aunque esté en inglés. El título, y que alguien me ayude, parece ser “La lengua griega” (Helleniké Glóssa) (clic para ampliar).
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