Hechos insólitos de la II GM

http://curiosoperoinutil.com/2007/01/21/libro-hechos-insolitos-ii-gm/

Título: Hechos insólitos de la 2ª Guerra Mundial
Autor: Jesús Hernández
Tema: Historia bélica
Editorial: Inédita editores (Colección Puzzle)
Páginas: 411
ISBN: 84-89746-04-4
Idioma: Castellano

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– La que más me gustó: “Kilroy was here”. Esta pintada pudo verse en multitud de sitios, en los frentes europeo, pacífico y africano. Estaba dentro de los búnkeres, en las casas, en los carros enemigos destruidos. Obviamente, un único Kilroy no pudo haber estado en tantos sitios. Los soldados norteamericanos lo ponían en las paredes al tomar una posición alemana o japonesa, para expandir el mito, y en parte para combatir la desesperación de la lucha con un poco de humor. Cuando al llegar a un sitio veían la pintada, se contagiaba el sentido del humor de los que ya habían estado allí, era síntoma de que sus compañeros ya habían pasado, de que estaban en zona amiga.

Esta superpoblación de pintadas de Kilroy causó incluso alguna anécdota digna de figurar aparte. En Londres, en 1944, una señora apareció asesinada en su casa. En la pared del dormitorio alguien (el asesino, seguramente) había pintado “Ha sido Kilroy”. Esto centró la investigación en las tropas norteamericanas destacadas en Londres. Se revisaron todos los expedientes médicos y psicológicos, buscando candidatos para un hecho así. Pero no hubo éxito. La solución era mucho más fácil. Había sido el vecino de arriba de la señora, que se apellidaba, precisamente, Kilroy, y que se sorprendió de que tardaran tanto tiempo en ir a por él cuando había dejado su confesión en la pared.

Tras la guerra, un fabricante de coches convocó un concurso para descubrir al verdadero Kilroy, al que lo había empezado todo. El premio era un coche. Se presentaron unos treinta o cuarenta soldados apellidados Kilroy, pero ninguno pudo dar pruebas de haber comenzado la historia. Parecía que el concurso iba a quedar desierto, cuando el auténtico Kilroy por fin se dio a conocer. Se trataba de Jim Kilroy, y no era soldado. Trabajaba en unos astilleros. Era el encargado de supervisar las planchas de acero con las que luego se harían los barcos y lanchas de desembarco. Al revisar las planchas, marcaba las que valían con tiza. Pero a veces la tiza se borraba, y la plancha se la devolvían para que volviera a revisarla, lo cual era un incordio porque le pagaban por número de planchas revisadas, por lo que perdía dinero por cada marca de tiza que se borrara. Así que decidió escribir con pintura un “Kilroy was here” en cada plancha revisada. Luego, los soldados en las lanchas de desembarco y en los barcos aliados podían ver “Kilroy was here” en muchos lugares del barco, y a partir de ahí comenzó el mito. Propagaron su firma en tierra firme. Kilroy se llevó el coche. El nombre más repetido en los frentes de la IIGM perteneció a un trabajador que nunca salió de los EE.UU.

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